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Relación de Hobbes y Locke.

Relación de Hobbes y Locke.

El pensamiento político de Locke forma parte de la conocida tradición contractualista, la cual, como sabemos, entiende que la sociedad no es algo natural, sino que surge como fruto de un contrato que se establece entre los hombres (el modo de establecerse el contrato varía según los distintos autores.) El pensador contractualista más cercano a Locke y con el que polemiza en varios aspectos es el también inglés Thomas Hobbes.

Hobbes publicó en 1651 una de las obras políticas más famosas de la historia: Leviatán o Leviathan, cuyo título sugiere que el Estado es semejante a un monstruo gigantesco e invencible. El nombre “Leviatán” procede de un demonio que aparece en el Libro de Job, en La Biblia.

La teoría política de Hobbes parte de una consideración material del ser humano y del Estado; el hombre es un cuerpo natural y el Estado un cuerpo artificial. La  filosofía de la naturaleza y la filosofía política se ocupan de uno y de otro respectivamente. Hobbes se atribuye la paternidad de la filosofía política rigurosa, y se compara con Galileo que sería el padre de la física. Hobbes rechaza la idea aristotélica de la sociabilidad natural; para él no es más que el fruto de un acuerdo artificial, egoísta e interesado que persigue la seguridad personal y evitar el temor a los demás.

Al igual que Locke, Hobbes parte de la hipótesis del estado de naturaleza, en el cual el hombre goza de derecho a todo, ya que aunque reconoce la existencia de unas leyes naturales, estas leyes no pueden cumplirse sin un poder que obligue y que haga que se respeten de hecho los pactos. El hombre sin Estado se halla en una situación de “guerra de todos contra todos” debido a las tres causas naturales de disputa de los seres humanos: la competición, la inseguridad y la gloria. En el estado de naturaleza no tienen sentido los conceptos de “justicia” o “injusticia” por lo que nada puede ser injusto. En este estado tampoco puede existir propiedad. Las diferencias con Locke son más que evidentes en este sentido.

Esta consideración del estado de naturaleza como una situación de “guerra de todos contra todos” tiene como presupuesto un pesimismo antropológico bien conocido que Hobbes resume en la frase de Plauto “homo homini lupus,” es decir, “el hombre es un lobo para el hombre.” A pesar de esta maldad intrínseca, el hombre es un ser racional y busca el cumplimiento de las leyes naturales: búsqueda de la paz, renuncia de los derechos absolutos y cumplimiento de los pactos. De este modo logra evitar la catástrofe y se pasa a una situación de seguridad y de paz garantizada por el poder coercitivo de un tercero: el Estado.

El Estado para Hobbes es un hombre artificial, está compuesto por todos los individuos aunque el poder efectivo lo ostentan sólo unos pocos o uno solo. Este hombre artificial se instaura para defender al hombre natural que sin él estaría condenado a la guerra civil permanente, de este modo, si el Estado no logra garantizar el fin para el que se ha instaurado es legítimo eliminarlo e instaurar otro. A pesar de llevar el nombre de un monstruo, es comparable también a un Dios, según el propio Hobbes es “el dios mortal al que debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa” (Leviatán, 2, 17)

Como vemos, Hobbes defiende una monarquía absoluta, mientras que Locke aboga por un claro parlamentarismo. Hay que hacer notar que Hobbes vive en la época de los Estuardos, donde la guerra civil no es algo muy distinto al estado de naturaleza que describe, mientras que Locke, como ya hemos visto, es un claro defensor de la causa whig, vencedora de la Revolución Gloriosa.

La teoría política de Hobbes es el paradigma de la política basada en la fuerza y en el temor de los ciudadanos al poder del Estado, su existencia, además, permite la existencia de los derechos individuales. Este planteamiento es bastante distinto de la postura de Locke: ejemplo del temor liberal al poder del Estado, que debe controlarse con la separación de poderes y cuya actuación debe estar ajustada a los derechos naturales de los hombres, previos a la institución estatal.

1 comentario

Lorena -

Me gustaria, Juan Carlos, que nos pusieras las relaciones. A mí me resulta díficil. GRACIAS.