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Historia de la Filosofía

La proporción áurea

Os dejo un vídeo donde se explica de un modo muy didáctico algunas de las curiosidades de la proporción áurea que hemos visto con Pitágoras.

El mito de la caverna

Os dejo un vídeo del mito de la caverna (en inglés) donde aparece una recreación interesante de la imagen de Platón.

Esta es la página de donde lo hemos obtenido.

 

 

 

Horas de filosofía

Horas de filosofía

El sistema educativo español está siendo reformado con una nueva ley educativa. Una de las consecuencias de su aplicación puede ser que las materias filosóficas pierdan carga horaria y presencia en los distintos cursos. 

En respuesta a esto, se han emprendido diversas movilizaciones por parte de los profesores, tratando de negociar con las distintas comunidades autónomas el horario y los contenidos de las asignaturas.


A las iniciativas de Madrid y Galicia se ha sumado ahora Castilla y León. Pueden leer un resumen de las movilizaciones en esta anotación:
http://www.boulesis.com/boule/campana-en-favor-de-la-filosofia-en-el-bachillerato/

Animamos a firmar en las páginas que aparecen a continuación:


1) Madrid: http://plataformafilosofia.blogspot.com/
2) Galicia: http://nexosfilosofia.org/sgf/index.htm
3) Castilla y León: http://www.gopetition.com/online/18452.html

Una vez que el ministerio de educación aprueba una ley, son las comunidades autónomas las encargadas de concretarla y aplicarla, y por ello es necesario llevar la reinvindicación a cada comunidad autónoma, ya que la educación en España funciona de un modo descentralizado. 

Concentración en defensa de la filosofía

Concentración en defensa de la filosofía

El origen de la filosofía

El origen de la filosofía

EL PASO DEL MITO AL LOGOS.

La filosofía y la ciencia nacen a la vez, en el siglo VI a. de C. en Grecia. Este nacimiento supuso el comienzo de la llamada racionalidad filosófico-científica (conocida como logos) que caracteriza a nuestra cultura.

El nacimiento de esta racionalidad suele conocerse con la expresión “el paso del mito al logos”, con la que se quiere indicar el salto que se dio respecto al modelo explicativo de la realidad que predominaba antes de la aparición del logos. A ese modelo explicativo se le llama mito.

Curiosamente, tanto mito como logos significan “palabra” o “discurso”. Sin embargo, el mito está más relacionado con los cuentos y es una narración simbólica y alegórica del origen del cosmos, de los dioses y de los seres humanos; el logos está más relacionado con el estudio y es el discurso de la razón acerca de la naturaleza y de la humanidad. 

 El mito.

            Todas las culturas antiguas tienen historias mitológicas que intentan dar respuestas a las grandes preguntas sobre el surgimiento del mundo, etc. Estas historias suelen transmitirse oralmente y no buscan ser verdaderas, tienen una lógica distinta a la de lo verdadero y lo falso. En el caso de la cultura griega, los mitos se dividen en tres grandes bloques:

a)      Los que narran el nacimiento del mundo (teogonías)

b)      Los que narran historias de dioses.

c)      Los que narran historias de héroes.

Los dioses griegos no tienen las características del dios de las religiones del libro (judaísmo, Islam y cristianismo) Son parecidos a los hombres, aunque son inmortales, representan fuerzas naturales, destrezas humanas y algunas virtudes. Sin embargo, quizá una de las cosas que más llama la atención de muchos de los dioses griegos es su inmoralidad; Zeus luchó contra su padre (que tampoco demostró llevarse demasiado bien con el suyo, porque le cortó los testículos con una hoz,) se casó con su hermana (algo que también había hecho su padre) y tuvo cerca de veinte amantes, mató a quien se oponía a sus caprichos, engañó para conseguir lo que quería… no es un ejemplo de moralidad.

En los mitos se concentraba la llamada religión olímpica. Esta religión comprendía una serie de ritos y tradiciones, pero la vinculación personal de los griegos con sus dioses no era demasiado estrecha. Sin duda, la inmoralidad de muchos de los dioses contribuyó a esto. Tan sólo Apolo y Atenea pueden considerarse dioses ejemplificantes.

Aunque en algunos mitos el curso de los acontecimientos parece que depende de la voluntad de los dioses (de por sí caprichosa o perversa) los griegos también creían que por encima de ellos se encontraba una fuerza desconocida aún más temible: el destino incognoscible.

La concepción antropológica que se extrae de los mitos griegos es pesimista. La vida es difícil, su curso puede depender del destino o del capricho de los dioses, que no son un ejemplo de vida moral; después de la muerte se encuentra el reino de Hades, un espacio donde las almas estaban condenadas a vivir una existencia mísera y oscura. Por todo esto, llama la atención que los griegos fuesen capaces de crear una ética separada de la religión y una cultura tan vitalista, a pesar de tener un fondo de creencias pesimistas.

 El logos.

Estas explicaciones comenzaron a ser cuestionadas en el s. VI a. de C. en las colonias griegas de Jonia, Asia menor[1], probablemente porque el contacto con otras culturas había relativizado la propia opinión acerca de los relatos míticos. En sus circunstancias es normal plantearse que si cada cultura tiene unos mitos diferentes e incluso dentro de la misma cultura se presentan distintas versiones de ellos, en lugar de preguntarse cuál es la versión correcta, tal vez convenga pensar que todos ellos son igualmente falsos.

La explicación filosófico-científica surgió cuando se llegó a esta conclusión, a la vez que se empezó a pensar que los acontecimientos naturales debían explicarse según la necesidad, no según la arbitrariedad de los dioses. Se empezó a pensar que todo sucede de un modo ordenado (cosmos) no arbitrariamente (caos). Así, los primeros filósofos-científicos consideraron que tras los cambios aparentes subyace algo que permanece y que se puede conocer. Ellos comenzaron a pensar que el universo y el ser humano, junto con el resto de los seres vivos e inertes, forman un todo ordenado y regido por leyes naturales accesibles al entendimiento humano. El caos se convierte en cosmos.

El logos se caracteriza por situarse en un plano de racionalidad lógica, es decir, sus afirmaciones se pueden constatar o refutar. Es algo compartible por la razón de toda la humanidad, frente al particularismo del logos. El logos es un discurso abierto a la discusión y la crítica, es el intento de no quedarse en la mera superficialidad de los asuntos (sean los que sean).

¿Cómo se dio el paso?

La visión clásica, de W. Nestle, es que este paso se produjo rápidamente: primero estaba el mito y se dio una sustitución por el logos. La realidad se empezó a ver de una manera nueva. Sin embargo, esta visión ha sido muy criticada posteriormente. Actualmente se considera que el paso del mito al logos no se dio de un modo radical, tal vez sólo pueda hablarse de una aparición y asentamiento progresivos del pensamiento filosófico-científico frente a otro modo de explicación de la realidad que aún se mantiene en buena medida.

De hecho, el mito permaneció vivo durante toda la cultura griega. Incluso en Platón, el mito forma parte sustancial de su filosofía: entreverados con su filosofía aparecen continuamente mitos utilizados para explicar lo que no puede explicar con argumentos propiamente racionales. Aristóteles dicen que los que creen en mitos son de algún modo filósofos, porque también quieren saber. Tanto Platón como Aristóteles, además, le daban importancia a los sueños. Platón, por ejemplo, cuenta en el Critón cómo Sócrates soñó que moriría tres días después de un sueño; hablando con Critón, un amigo suyo que le dice que lo ajusticiarían dos día después, Sócrates le dice que él cree que será tres días después “-Me fundo en un sueño que he tenido esta noche. -¿Cuál ha sido el sueño? –Me pareció que una mujer muy bella, de buen aspecto, que llevaba vestidos blancos se acercó a mí, me llamó y me dijo: “Sócrates, al tercer día llegarás a la fértil Ptía[2]. –Extraño sueño- -A mí me parece muy claro, Critón[3].” Aristóteles escribió también una obra sobre la interpretación de los sueños. Incluso en el s. XVII científicos de la talla de Kepler[4] o Newton tenían concepciones de carácter claramente mítico[5].



[1] Son las costas de la actual Turquía.

[2] Ptía era la patria de Aquiles, el sitio adonde hay que volver. Sócrates consideraba que la vida era un tránsito.

[3] PLATÓN, Critón, 44a-b, Gredos, Madrid, 1981.

[4] Kepler tenía una concepción cuasi-mítica del sol.

[5] Newton escribió un extraño tratado que intentaba explicar el libro profético de Daniel, uno de los libros de La Biblia.

Resumen de la ética kantiana

Antes de empezar a explicar las características de la ética de Kant hay que partir de una distinción previa que él propone: la de éticas materiales y éticas formales.

 

            Son materiales aquellas éticas que afirman que la bondad o maldad de la conducta humana depende de algo que se considera bien supremo para el hombre: los actos serán, por tanto, buenos cuando nos acerquen a la consecución de tal bien supremo, y malos cuando nos alejen de él. Las éticas materiales suponen que hay bienes, cosas buenas para el hombre, y determinan cuál es el bien supremo o fin último del hombre (el placer para Epicuro, la felicidad virtuosa para Aristóteles, etc.) Según cuál sea el bien supremo, la ética establece normas o preceptos con el fin de alcanzarlo.

            Toda ética material tiene contenido, en este doble sentido: 1) hay un bien supremo 2) se proponen los medios para alcanzarlo.

            Kant rechaza las éticas materiales, pues presentan deficiencias. En primer lugar, son empíricas, es decir, a posteriori. Su contenido está extraído de la experiencia. Esto impide que sus principios sean universales, pues sólo lo a priori puede serlo. En segundo lugar, sus preceptos son hipotéticos o condicionales. No valen absolutamente, sino sólo de modo condicional para conseguir un cierto fin. Esto impide también que sean universalmente válidas. Por último, son heterónomas. Es decir la voluntad es determinada a obrar de un modo u otro por el deseo o inclinación a algo (placer, por ejemplo)

            Visto lo anterior, Kant afirma que una ética que pretende ser universal y racional no puede ser material, ha de ser, por lo tanto, formal. La ética ha de estar vacía de contenido, es decir: 1) no debe establecer ningún bien o fin que haya de ser perseguido, y 2) no nos dice lo que hemos de hacer, sino cómo hemos de actuar.

            La ética formal se limita a señalar cómo debemos obrar siempre, se trate de la acción concreta de que se trate. Un hombre actúa moralmente, según Kant, cuando actúa por deber. El deber es, según Kant, “la necesidad de una acción por respeto a la ley” es decir, el sometimiento a una ley, no por la utilidad o la satisfacción que su cumplimiento pueda proporcionarnos, sino por respeto a la misma.

            Kant distingue tres tipos de acciones:

  1. Acciones contrarias al deber.
  2. Acciones conforme al deber.
  3. Acciones por deber. Sólo estas últimas poseen valor moral.

            Supongamos un comerciante que no cobra precios abusivos a sus clientes. Su acción es conforme al deber. Ahora bien, tal vez lo haga para asegurarse así la clientela, en tal caso la acción es conforme al deber, pero no por deber. La acción es un medio para conseguir un fin. Si, por el contrario, actúa por deber, es decir por considerar que ese es su deber, la acción no es un medio para conseguir un fin o propósito, sino que es un fin en sí misma, algo que debe hacerse por sí.

            El valor moral de una acción radica en el móvil que determina su realización. Cuando este móvil es el deber tiene valor moral.

           La exigencia de obrar moralmente se expresa en un imperativo que no es ni puede ser hipotético, sino categórico. Kant ofrece varias formulaciones del imperativo categórico. La más famosa de estas formulaciones es la siguiente: obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal. La “máxima” se  refiere a los principios subjetivos de la voluntad, a sus propios móviles que, de no existir el imperativo categórico impuesto por la razón, se impondrían a la voluntad. Este imperativo no es material, pues no dice qué debemos hacer. Es formal, en cuanto dice cómo hay que actuar. Proporciona una regla para medir las acciones, gracias al imperativo podemos evaluar cualquier acción y calificarla como conveniente o inconveniente de acuerdo con el principio del deber.

 

Existe una segunda formulación famosa del imperativo categórico, que es así:

obra de tal modo que trates la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca meramente como un medio. Kant entiende que los seres humanos se caracterizan por su autonomía, es decir, la capacidad de darse normas a ellos mismos o de seguir de forma crítica las que les dan otros. Esta capacidad es única en la naturaleza y convierte a los seres humanos en seres excepcionales, incomparables con cualquier otro, por lo que no tienen precio, sino que se le aplica un concepto distinto que es el valor. Este valor es expresable en el concepto ético básico para la antropología de Kant, la dignidad. La dignidad supone el deber de actuar con el otro como si fuera un fin en sí mismo, es decir, la imposibilidad de utilizarlo como una cosa, como un medio para nuestra conveniencia.

 

A pesar de que Kant evita en buena medida hablar de lo bueno y lo malo, él entiende que existe algo absolutamente bueno: lo bueno incondicionado. Esto es la buena voluntad, el deseo de hacer siempre las cosas adecuadamente. Kant entiende que la ética (la razón práctica) tiene algunos postulados que no son demostrables, como los tenía también la razón pura. Estos postulados son la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Esto es así porque la ética tan sólo tiene sentido si existe la libertad; la felicidad, que sería la perfecta adecuación entre nuestros deseos individuales y el deber moral tan sólo se podría dar si fuésemos infinitos, porque supondría una voluntad santa en este mundo y esto es imposible. Por último, la propia idea de felicidad supone la existencia de una causa suprema de la naturaleza dotada de entendimiento y voluntad, es decir, Dios.

 

Como vemos, para Kant, la moralidad coloca al hombre en el umbral de la religión. Sin embargo, aunque lleva hacia ella, no es su objetivo porque el hombre no debe tender a la felicidad, sino a la racionalidad. La religión sirve como esperanza para la moralidad.

Tomás de Aquino. La Monarquía.

Tomás de Aquino. La Monarquía.

 

 

Podéis bajaros el texto de Selectividad en este enlace:

 

La Monarquía de Tomás de Aquino.

 

 

Descartes, Platón y Matrix.

Según Descartes, el conocimiento debe basarse en unos cimientos seguros, en una verdad inmutable, de la que sea imposible dudar. Por ello plantea distintas formas de duda: los sentidos, la imposibilidad de diferenciar entre sueño y vigilia y, por último, la duda hiperbólica (exagerada) que llega a cuestionarse la verdad de las propias matemáticas, debida a la hipotética existencia de un genio maligno que podría hacer que nos equivoquemos continuamente.

Platón, por su lado, plantea en el mito de la caverna una alegoría del conocimiento humano donde se distinguen dos grandes planos: la caverna y el mundo exterior, que simbolizan, de algún modo, el mundo de la opinión y el mundo de las ideas, de las esencias.

Existe una relación entre Platón y Descartes en tanto que plantean la duda sobre el mundo que conocemos (o decimos conocer, según ellos) que se puede apreciar de forma muy gráfica en la conocida película Matrix.

Os dejo un pequeño trozo de vídeo de Matrix donde se cuestiona la realidad del mundo sensible. Para introducirse en la duda metódica.

 

 

 

Platón y el gobierno. Ejemplo de idea principal de un texto.

Platón y el gobierno. Ejemplo de idea principal de un texto.

Así es, amigo mío: si has hallado para los que van a gobernar un modo de vida mejor que el gobernar, podrás contar con un Estado bien gobernado; pues sólo en él gobiernan los que son realmente ricos, no en oro, sino en la riqueza que hace la felicidad: una vida virtuosa y sabia. No, en cambio, donde los pordioseros y necesitados de bienes privados marchan sobre los asuntos públicos, convencidos de que allí han de apoderarse del bien; pues cuando el gobierno se convierte en objeto de disputas, semejante guerra doméstica e intestina acaba con ellos y con el resto del Estado.

PLATÓN, La Repúbica, libro VII.

Este fragmento forma parte de una de las obras más conocidas de la historia de la filosofía, La República, cuyo título original en griego es Politeia, es decir, el Estado o lo referente al Estado. Platón escribió nueve de los diez libros que la componen después de una pésima experiencia; tras viajar por primera vez a Sicilia para enseñarle filosofía al tirano de Siracusa fue expulsado de allí y vendido como esclavo. En La República puede verse el desengaño que presenta nuestro filósofo hacia la política real y la suspicacia que le levantan quienes gobiernan dirigidos por su interés particular.

Platón afirma que el gobernante (el filósofo-rey) debe ser alguien que conozca la idea de Justicia, alguien que haya salido del fondo de la caverna y que después de haber superado el ascenso del conocimiento haya llegado a conocer la idea más elevada: el Bien o la Justicia. Según Platón, el gobernante debe ser obligado a ejercer su cargo, puesto que nadie que conozca la justicia abandonará la ciencia (el conocimiento) para ejercer el gobierno porque el poder sea mejor que el conocimiento, sino por el deber adquirido con la sociedad. El gobierno es el pago de una deuda, el fruto de un compromiso.

Los mejores pueden llegar, gracias a los medios que dispone la sociedad, al conocimiento más alto y disfrutar de ello, pero no pueden quedarse perpetuamente en esta situación, sino que deben volver con los demás, los que han posibilitado su educación, y darles un gobierno justo, no porque se desee gobernar, sino porque hay que restituir la deuda y es justo que sea así. Un Estado donde la gente se disputase el poder sería un Estado en el que se viviría entre sombras y en el que se discutiría sin sentido, puesto que en este Estado no se conoce la justicia, sino que se actúa por la ambición particular.

Filosofía medieval.

Filosofía medieval.

Aparte de los apuntes de clase, para el estudio de la filosofía medieval podéis leer El nombre de la rosa, de Umberto Eco. De este libro se hizo una película dirigida por  Jean-Jacques Annaud cuyo personaje principal, Guillermo de Baskerville, fue interpretado por Sean Connery. También existe un juego de ordenador basado en la novela y titulado La abadía del crimen, después tuvo un remake con el título El enigma de la Abadía.

La novela es extraordinaria y está llena de referencias y de laberintos intelectuales. Aunque quizá haría falta ser el mismo Umberto Eco para ver hasta el último de los detalles, podéis disfrutar con ella de una interesantísima trama policiaca y de una excelente visión de la edad media.

Maestro, ¿qué es la nada?

Echadle un vistazo a este vídeo ¿de Platón y Aristóteles? y comparadlo con los recuerdos que os va a traer de la clase.

Vídeo sobre el paso del mito a logos.

Al hablar sobre el origen de la filosofía se suele contar la historia de una batalla entre dos personajes: el mito y el logos, de la cual sale ganador el logos. La historia es compleja y no se sabe ciertamente cómo se dio el paso de una mentalidad donde las explicaciones que se daban de la naturaleza se basaban en el destino, los dioses, etc. a otra donde se consideraba que el cosmos era un todo ordenado que era posible conocer. Este vídeo puede resultar una buena introducción al asunto.